Memorias de San Fermín

Dos residentes en la Casa de la Misericordia relatan anécdotas y recuerdos de sus Sanfermines. Hoy se conmemora el Día de las Personas Mayores

Inma Mañeru  y Vicente Suescun son dos residentes en la Casa de la Misericordia de Pamplona. Tienen 76 y 91 años, respectivamente. Ambos son naturales de Larraga, pero han pasado buena parte de su vida en la capital navarra. Si por algo destacan es porque, a sus años, forman parte del grupo más sanferminero de esta institución pamplonesa. En la Casa, los residentes participan en un sinfín de actividades que demuestran que no hay edad para disfrutar de los Sanfermines. Inma y Vicente integran además el grupo que cada 7 de julio a las 10 de la mañana reza y canta la Aurora a San Fermín, algo que hacen también los días de escalera en un evento ya “institucionalizado” en esta residencia desde hace unos 5 años.

La forma de vivir los Sanfermines de Inma y Vicente ha variado bastante, pero no su alegría y pasión por esta celebración. Si se les pregunta cómo ha cambiado la fiesta desde los años 50 y 60, destacan sobre todo lo multitudinaria que se ha vuelto. “Antes era más familiar, como de casa. Aunque sí venían extranjeros, como unos franceses de Dax que recuerdo en la Peña La Única”, cuenta Inma. Sin embargo, tenía muy poco que ver. “En aquella época y tras el paso de Hemingway de nuevo por Pamplona a finales de los 50, los Sanfermines comenzaron a atraer a más americanos y turismo en general”, relata Inma, para quien si tuviera que definir en una palabra la fiesta utilizaría el término “grande”.

Inma es una enamorada de los encierros y recuerda cómo cuando era joven no había problemas de sitio para verlos desde el vallado. “Vivía en la calle de la Merced y me levantaba a las 07:30 para ir a ver el encierro desde la barrera de la curva de Mercaderes. En aquella época sólo estaban los policías municipales”. La pasión de Inma por los encierros la llevaba a acudir sola cada día, mientras su marido se quedaba en casa. “Animaba como la que más y sufría como la que más”, relata, al tiempo que rememora a  los Unzus, “unos corredores de la época en la que empezaron a televisar los encierros que eran muchos hermanos, y que me ponían el corazón en un puño”.

Otra parte del tiempo de fiesta lo pasaba Inma con su cuadrilla en la Peña La Única de la calle Jarauta. “Podíamos estar de día o de noche bailando, incluso con mis hijos, cuando tenían entre 12 y 14 años”. Y recuerda divertida también a una cuadrilla de la peña a quienes llamaban los mansos “porque cuando tiraban el cohete se ponían detrás de la barra a servir”.

Inma resume que ha vivido “muy a tope” los Sanfermines…, y ahora, desde la Casa de la Misericordia, todavía sigue siendo “el alma de la fiesta”.

Crónicas taurinas

Vicente Suescun va a cumplir 92 años y es el encargado de tocar la guitarra durante los cantos de la Aurora a San Fermín que protagonizan los residentes de la Casa de la Misericordia. Si Inma Mañeru es una enamorada del encierro, a Vicente lo que más le apasiona son las corridas de toros. De hecho, en los años 50 fue uno de los porteros del tendido 2 -”el mejor tendido”, apunta.

Vicente Suescun, estos días en las instalaciones de la Casa de la Misericordia

Vicente relata numerosas anécdotas ocurridas en la plaza, y rememora tardes gloriosas de famosos diestros en Pamplona.  Ordóñez, Ostos, Galán, Fuentes… Cuenta que no vio a Manolete, pero recuerda como si fuera ayer la reseña del periódico sobre la corrida del 10 de julio de 1947, una tarde que supuso el triunfo apoteósico de Manolete en Pamplona. “Me acuerdo de lo que se publicó sobre Julián Marín, el torero navarro que pidió matar al toro que había acabado esa mañana con la vida de dos corredores del encierro”. En el sorteo, el toro le tocó a Manolete pero Marín quiso vengar el fallecimiento de sus paisanos.

“La mayor bronca en la plaza de toros ha sido para Ordóñez, el ídolo de Pamplona”, dice Vicente, quien relata también cómo un toro volteó a Jaime Ostos. “Ostos era el chico de la peña Oberena y en una ocasión fue a brindar un toro al tendido 5, y éste le volteó”. Los abaniqueos de Fuentes, la estocada de José Antonio Galán el 14 de julio de 1973 a un Miura, el recuerdo del entonces alcalde Miguel Javier Urmeneta en el tendido de sol a finales de los 50…, Vicente es una auténtica enciclopedia taurina. Si se le pregunta qué otros momentos de la fiesta elige, además de los toros, menciona la procesión del 7 de julio, las jotas y, en estos últimos años en la Misericordia, los cánticos al santo. 

“Pero sin duda, mi momento preferido es ver a la gente vestida de blanco y rojo en familia”, resume Vicente, quien opina que “a pesar de que la juventud se divierte ahora de otra manera, lo hace con la misma ilusión que hacíamos antes”. 

Las de Inma y Vicente son dos versiones de unas fiestas memorables que ahora siguen disfrutando de otra manera, pero con misma alegría.

 

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