Tras las huellas de Hemingway

«Hubo un hombre cuyo nombre y cuya obra conoce todo el mundo. Era un literato norteamericano que se llamaba Ernesto Hemingway, que en el año 1953 consiguió el Premio Nobel de Literatura, y que murió trágicamente en el año 1961. Este hombre, en 1926, publicó una novela -«Fiesta» – cuya segunda mitad se desarrolla en las fiestas de Pamplona del año anterior. Y esta novela, leída por millones de lectores, hizo que la capital navarra y sus fiestas de San Fermín adquiriesen fama mundial».

Así comienza la obra del escritor navarro José María Iribarren, «Hemingway y los sanfermines», que en 1970 realiza un estudio sobre la personalidad del novelista americano, con el que le unió una gran amistad. Hemingway llegó por primera vez a Pamplona en 1923.

La escritora norteamericana Gertrude Stein le empujó a conocer las fiestas de Pamplona. Desde que en 1923 descubre San Fermín, Hemingway regresa durante años los primeros días de cada mes de Julio. Le apasionan los toros y le fascina el ambiente. Su primer desembarco será con su primera mujer, Hadley. Llegan en tren el 6 de Julio de 1923 por la noche y se acercan a la Plaza del Castillo.

El año siguiente Hemingway descubre el hotel Quintana donde se hospedan los toreros, las tascas, los restaurantes de empaque y la cháchara. Porque, como decía su amigo el torero Luis Miguel Dominguín, “a Ernest le gustaba contar sus hazañas como hombre fuerte, tomar copas, enzarzarse en comentarios, discutir de toros… pero en el fondo Ernest tenía el alma del viejo banderillero español”.

Los lugares inolvidables de Hemingway

  •   Hotel Quintana: hoy desaparecido. Era el hotel frecuentado por los toreros, y la afición taurina hizo que su dueño, Juanito Quintana, se convirtiera en el mejor amigo en Pamplona del escritor. Para encontrar las referencias del escritor, tenemos que considerarlo Hotel Montoya, que es como Hemingway lo llamó en su obra ‘Fiesta’. El hotel se encontraba en la esquina contraria al Hotel La Perla, en el número 18 de la Plaza del Castillo y aún conserva la fachada tal y como la conoció el escritor.
  •   El Suizo: fue el decano de los cafés de Pamplona. Situado en el número 37 de la plaza del Castillo es hoy sede del Orfeón Pamplonés, muy cerca del Paseo de la Jacoba. El café cerró sus puertas en 1952, tras más de 100 años en funcionamiento.
  •   Torino. Bar, hoy desaparecido, que se ubicaba junto al Hotel La Perla, en la Plaza del Castillo, concretamente en el número 3. En ‘Fiesta’, Hemingway bautizó a este local como Bar Milano y su terraza fue frecuentada por el Premio Nobel durante sus estancias de los años 1953 y 1959. Cerró definitivamente sus puertas en 1973.
  •   Café Iruña. En la plaza del Castillo el Café Iruña sigue en la ubicación que conoció el escritor y con la misma ambientación, porque ha sido rehabilitado pero conserva la esencia de la “Belle epoque” con sus mesas de mármol, las columnas decoradas y los grandes espejos. Hemingway fue quien popularizó el establecimiento, pero han sido muchos los personajes ilustres que han pasado por sus mesas como Pablo Sarasate, Orson Welles o Sabino Arana.

    El café Iruña ha sido testigo de la preparación de movilizaciones fueristas en el siglo XIX, inspiración para no pocos artistas, de banquetes de políticos… y hoy en día se mantiene como centro de reunión y de encuentro en el centro de la ciudad.
  •   Las Pocholas (Hostal del Rey Noble): se trata de un restaurante que se ubicaba en el Paseo de Sarasate número 6, cerrado desde el año 2000. Establecimiento de prestigio internacional, acogió al escritor americano a veces para lal comida. Siempre ocupaba la mesa número 1, y “le encantaba observar a las personas que entraban, por eso le gustaba esa mesa”, recuerdan Josefina y Conchita Guerendiain, propietarias del restaurante.
  •   Casa Marceliano: el establecimiento se ubicaba en la Plaza del Mercado, en la trasera del Ayuntamiento, junto a la Iglesia de los Padres Dominicos. Era un lugar de comida, tasca y encuentros. A él acudía Hemingway tras el encierro y escribió en 1953: “En Pamplona teníamos nuestros sitios secretos como Casa Marceliano, a donde íbamos a comer, beber y cantar después del encierro; la casa de Marceliano, donde las maderas de las mesas y de las escaleras están tan limpias y fregadas como la cubierta o teca de un yate, con la diferencia de que las mesas están horrorosamente manchadas de vino”.

    Casa Marceliano cerró sus puertas en 1993, que fue cuando el Ayuntamiento compró el local a los propietarios para derribar el edificio. Hoy sigue en pie, pero el bar ha quedado cerrado para siempre y es sede de oficinas municipales.
  •   Calle Eslava número 5: el 4º piso de este edificio, más concretamente la fonda que allí existió, acogió en 1923 el primer sueño –o el primer descanso, porque dijo haber dormido poco- del periodista Ernest y de su esposa Hadley.
  •   Bar Txoko: Es uno de los lugares que sigue abierto hoy en día. Se trata de un bar situado junto a lo que era el Hotel Quintana, en la plaza del Castillo, en la esquina que desemboca en la calle Espoz y Mina. En la terraza de este establecimiento es donde más fotos del escritor se conservan en la capital Navarra, lugar al que solía acudir tras terminar la corrida de toros.
  •   Café Kutz: ocupaba el lugar situado entre el Café Iruña y el Pasaje de la Jacoba. Su terraza fue también frecuentada por el escritor americano y, curiosamente, por otro premio Nóbel, Camilo José Cela, que mantenía una buena amistad con el dueño y fundado JoséLuis Kutz. El café Kutz cerró sus puertas en 1961.

Otros lugares que no pueden faltar si seguimos las huellas del escritor por la ciudad son la calle Estafeta, donde corrió el encierro en varias ocasiones y la plaza de toros, a la que acudía asiduamente como espectador, tanto para ver las corridas de toros, a las que era aficionado, como las vaquillas.

Precisamente, en la entrada de la plaza de toros se encuentra el Busto a Hemingway, junto al callejón, encabezando el paseo que lleva su nombre y que bordea el coso taurino. El Busto fue inaugurado el 6 de julio del 68 con una placa con la inscripción Paseo de Hemingway. En 1999, coincidiendo con el centenario de la muerte del escrito, el Ayuntamiento de la ciudad restauró la inscripción por una que reza: “Ernest Hemingway, Premio Nóbel de Literatura, amigo de este pueblo y admirador de sus fiestas, que supo describir y propagar la ciudad de Pamplona. San Fermín 1968”.

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