En el noveno festejo de feria en Pamplona, han hecho el paseíllo David Fandila «El Fandi», Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante quienes lidian toros de Juan Pedro Domecq. El Fandi, silencio y silencio. Miguel Ángel Perera, silencio tras aviso y silencio. Alejandro Talavante, oreja y silencio.
El Fandi recibió de manera alegre el primer astado de la tarde con variedad en el capote, empezó con dos largas cambiadas y arrancó palmas por chicuelinas. Se lució el granadino de manera espectacular en banderillas. En la faena de muleta el toro acusó falta de fuerza y se fue quedando corto, sin embargo fue fijo y tuvo nobleza. El Fandi realizó una faena corta, mató de estocada, según la web www.burladero.com
Con el segundo de Juan Pedro, Miguel Ángel Perera realizó una impecable faena en la que derrohó firmeza, valor, temple y conocimiento, en definitiva Perera dejó en el ruedo pamplonica la firmeza de una figura del toreo, que terminó metiendo y llevando el toro en su muleta por donde quiso. El toro tuvo transmisión, pero tiraba un derrote y se metía por el derecho, dificultades que el extremeño resolvió, logrando muletazos limpios y largos. No acertó con la espada y se le fue el trofeo.
Talavante sacó los primeros pañuelos de la tarde y cortó una oreja, después de una faena en la que la imaginación que caracteriza su toreo, reinó en cada muletazo. El toro tuvo pocas virtudes y varios defectos, pero el temple, la técnica y el valor de Talavante terminaron rompiendo en una faena que gustó al público de Pamplona. Mató de estocada y se le concedió una oreja.
No terminó de llegar ni romper la faena de El Fandi con el cuarto toro de Juan Pedro Domecq, un animal soso y parado que no permitió ligar tandas al torero de Granada que antes había estado vistoso con el capote. Mató de estocada entera, se demoró en doblar el toro. Su labor fue silenciada.
El quinto Juan Pedro era precioso, un jabonero de guapa estampa que en los primeros tercios parecía que podría servir para que Miguel Ángel Perera deleitara con su toreo, brindó esperanzador el de Badajoz al público de Pamplona. Pero fue llegar a la muleta y tan solo permitir una buena tanda al torero. A partir de ahí no hubo toro, le fue imposible a Perera dibujar muletazos largos ni ligados. Tampoco estuvo acertado con los aceros en este toro. Silencio.
Con un sexto toro sin posibilidades de triunfo pechó Talavante, que a pesar de las pocas virtudes del de Juan Pedro, el torero lo intentó y logró algúnos muletazos de buen trazo, pero esa falta de emoción del astado no permitió triunfo alguno. Silencio.