Pamplona celebra la fiesta litúrgica de San Fermín

Las campanas de la Iglesia de San Lorenzo de Pamplona han tañido a celebración minutos antes de las 11 de la mañana de un 7 de julio marcado por la nostalgia de la procesión y misa multitudinaria en honor a San Fermín en su día grande.

La prudencia frente al Covid-19, que ha hecho aplazar las fiestas de Pamplona hasta 2021, no ha podido, sin embargo, con la devoción de los navarros a su Santo Patrón y la capilla de San Fermín ha acogido, con todas las medidas de seguridad sanitaria establecidas, la fiesta litúrgica en honor al primer obispo de Pamplona.

Con presencia del alcalde de Pamplona, Enrique Maya, que ha acudido a título personal; el jefe de Policía Municipal, Javier Goya; el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Francisco Pérez ha oficiado la Solemne Eucaristía. Le ha acompañado el obispo auxiliar, Juan Antonio Aznárez; el deán de la Catedral de Pamplona, Carlos Ayerra; los canónigos de la Catedral y el arzobispo de Punta Negra (Congo), el pamplonés Miguel Ángel Olaverri. La parte musical ha corrido a cargo de la Capilla de Música de la Catedral con la colaboración del Orfeón Pamplonés y la Orquesta de Cámara, con la dirección de Aurelio Sagaseta. El aforo permitido ha sido de 282 personas que han seguido la misa con mascarilla.

El arzobispo Francisco ha destacado en la homilía “la fuerte devoción existente en las fiestas de San Fermín, una fiesta al santo que sigue en pie aunque se ha aplazado en la calle”. Asimismo ha evidenciado que en todas las fiestas de Navarra “acudimos a Jesucristo, a la Virgen o a los santos” y ha añadido que “la luz de San Fermín permanece durante siglos. Nadie se ha atrevido a borrar la huella de la fe que nos ha dejado”.

Monseñor Francisco ha afirmado que “Dios es el verdadero amigo del hombre. Un humanismo que niega de raíz a Dios nada tiene que ver con el ser humano. Es un humanismo exclusivo”. Por ello, ha concluido que sólo un humanismo que se abre a la trascendencia ayuda al hombre. “Lo humano es enarbolar la verdad y no dejarse llevar por la mentira. Lo humano es ponerse al servicio de los necesitados sean de la condición que sean. Lo humano es mirar cara a cara a Dios y no tener rubor de seguir sus mandamientos, aunque nos digan que esto no es actual ni moderno. Lo humano es vivir en gracia de Dios y no en pecado. Lo humano es ser mártir, como miles de cristianos, que hoy mueren por defender la fe. Lo humano es respetar la vida en todas sus facetas: el humanismo de la vida. Lo humano es vivir de la justicia y rechazar el relativismo que la deprecia y desprecia. Lo humano es perdonar cuando hemos sido ofendidos, como hizo San Fermín antes de ser martirizado. San Fermín es un ejemplo de auténtico humanismo», ha concluido.

 

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