Las calles del casco antiguo de Pamplona se han llenado desde primera hora de la mañana de este 7 de julio para demostrar su cariño al santo copatrón de Navarra, San Fermín, como viene sucediendo desde el siglo XII.
Todos los integrantes del cortejo -Gigantes y Cabezudos, clarineros, maceros, txistularis, dantzaris, timbaleros, representantes de los gremios históricos, la Hermandad de la Pasión, la Congregación Mariana y cerrando la procesión la banda de música La Pamplonesa,- acompañan al Santo durante todo el recorrido.
Por otro lado, la alcaldesa y el resto de la corporación municipal vestidos de gala, han acudido a la Catedral para recoger al Cabildo, que preside la procesión en honor al Santo.
No faltaron durante el recorrido los entrañables “momenticos” en los que se se homenajea a San Fermín a través de la música en diferentes puntos.
Durante estas fechas, más de un 51% de turistas internacionales se desplazan hasta la ciudad durante las fiesta, según Sara Martinez, presidenta de la Asociación de Hoteles de Pamplona. Sin embargo, la experiencia que viven los jóvenes, los mayores, los locales y los extranjeros, difiere.
Mari Carmen, de Pamplona, piensa que la gente jóven no está interesada en este tipo de ceremonias. Su nieto Sergio, lo confirma: ¨Hay gente que solo viene a la fiesta y no se da cuenta de todo lo otro que hay detrás¨. Y es que los Sanfermines de este año cuentan con 542 actos y la procesión del 7 de julio es uno de ellos.
La pamplonesa hace hincapié en cómo se vive este acto. “Los de aquí lo sentimos de otra manera, con otros sentimientos. Para nosotros este Patrón es equiparable a lo que sería adorar a la Virgen de Guadalupe en México. Los de fuera lo verán como un espectáculo, los de aquí seguro tendrán ese sentimiento que te pone la piel de gallina”. Eso mismo lo confirma Iñigo, otro pamplonés que dice que al Patrón lo siente la gente de esta tierra independientemente de que sean ateos o creyentes. Pero a las diez de la mañana, no solo hay españoles por las calles del casco antiguo. Shaila espera que empiece la procesión. Es una peruana que visita por primera vez la ciudad y admite no tener conocimiento sobre San Fermín.
Sin embargo, personas de toda España, así como de otros lugares del extranjero le testimonian su devoción visitando su capilla, casándose en ella o con una estampa o una figura del Santo en lugar privilegiado de sus hogares.