Chema Zabalza lleva 23 años siendo mulillero. Hace ya 25 años que se dedicaba a los caballos cuando escuchó que había algún mulillero que se estaba retirando. Como necesitaban personas con conocimiento de los caballos por si algún caballo venía con problemas y tenían que enderezarlo, Zabalza no dudó en unirse al equipo. A pesar de la experiencia, Zabalza no se cansa de sus funciones. En Pamplona, si pones un anuncio buscando mulilleros se pueden presentar cerca de 1.000 solicitudes. Ya hay una lista de espera de cerca de 300 personas apuntadas desde hace años. “Es más la afición que la remuneración que tenemos”, asegura Zabalza. “Es un puesto que si tuviésemos que pagar por él, los que estamos de mulilleros pagaríamos por seguir estándolo.” Ahora hay nueve mulilleros, uno de los más jóvenes es el hermano de Zabalza, que se unió hace unos cuatro años y el más veterano lleva cerca de 40 años paseando a las mulillas por Pamplona. La razón por la que solo hay cabida para nueve mulilleros es que solo llevan un tiro de mulillas. “Antes éramos más porque llevábamos dos tiros de mulillas, uno para sacar los toros y el otro era para sacar los caballos de la Plaza. Sin embargo a partir de los años 90, cambió la normativa y empezamos a salir solo con el primer tiro”, explica Zabalza.
Entre sus funciones como encargado de las mulillas, Zabalza tiene que mirar un poco lo que son los arriendos y toda la equipación de los caballos para ver si está en orden antes de ponérsela. De todas formas, asegura que todos los mulilleros saben su labor y no hace falta enseñarles nada, debido a la experiencia que tienen todos. A su vez, Zabalza tiene que decidir cómo enganchar el toro e incluso por dónde ir en el recorrido, ya que a veces la calle Estafeta está masificada y tienen que coger una ruta alternativa. Una vez en el paseíllo del desfile de caballos y mulillas, a Zabalza le toca coordinar con los alguacilillos para ir todos juntos marcando los tiempos. Sin embargo, no entra dentro de las funciones de Zabalza el buscar a las futuras mulillas de San Fermín, es La Misericordia quien contrata a un empresario y él hace la labor de contratación de las mulillas.
A pesar del trabajo que conlleva, los mulilleros tienen todo preparado con antelación por lo que se les permite, no solo disfrutar de la fiesta, sino también de los “Pre-Sanfermines”, y es que su labor en fiestas comienza a las cuatro de la tarde y finaliza hacia las nueve de la noche, momento en el que cada uno puede irse a casa a descansar o seguir disfrutando de la fiesta.
“Lo primero que hacemos es llegar a la Plaza y aparejarlas. Las limpiamos un poco, vemos que los animales están bien y nos preparamos para salir”. A las cinco menos cuarto, las mulillas ya están listas para ser guiadas por el Paseo de Hemingway, Estafeta y Mercaderes hasta llegar al Ayuntamiento, donde la gente ya les está esperando con las cámaras preparadas. Mientras que a las mulillas les queda mucho trabajo por delante, los caballos de los alguacilillos son desplazados hasta Dominicos donde esperan a que la sesión fotográfica termine, ya que al ser caballos de montar, el alboroto de las fiestas les pone muy nerviosos.
Es en este momento cuando los mulilleros tienen que estar más atentos. “Hay gente de todo”, comenta Zabalza, “tienes los típicos padres que quieren la foto del crío y les da igual que pase por debajo de los caballos pero también hay otros que saben un poco de caballos, respetan y se comportan de forma diferente.” Los mulilleros también tienen que vigilar a la gente que va con azucarillos y con zanahorias para dar de comer a los animales porque los caballos se revolucionan y son más difíciles de controlar. “Al principio van un poco más espitosos pero suelen ser bastante tranquilos. Primero miran a ver qué pasa aquí y luego se van relajando con el discurso de los días. El último día casi les puedes tirar una bomba que no se mueven. Intentamos que desfilen todos los días los mismos caballos porque cuanto más acostumbrados están, menos problemas dan”, asegura Zabalza. Quizá por eso la empresa que se encarga de traer a las mulillas intenta traer a los mismos caballos año tras año. “Solemos repetir con las mismas mulillas. No puedes llevar a cualquier caballo por la calle”, explica Zabalza, asegurando que es un tema bastante delicado porque las mulillas necesitan entrenamiento todos los días del año. Su entrenamiento consiste en engancharlas, que vayan atadas y tirando de algo para que aprendan a tirar. También participan en varias ferias a lo largo del año para que vayan cogiendo experiencia antes de las fiestas de San Fermín. Sin embargo, no reciben ningún entrenamiento especial para el ruido. A pesar de los petardos y la música, los caballos se van adaptando a lo largo de los días. A veces aparecen las peñas cuando están en el Ayuntamiento pero respetan mucho y, si es caso, dejan de tocar para no alterar a los animales.
Cuando llegan las cinco y media de la tarde, suben los alguacilillos de Dominicos y con las mulillas y la Pamplonesa, salen todos hacia la Plaza de Toros, parando por Chapitela, la Plaza del Castillo, pasan por el Niza y vuelven por el Paseo de Hemingway hasta la Plaza de Toros. Una vez dentro, tienen que ver otra vez si está todo en orden, si los caballos están bien, si alguno tiene sed o si algún caballo está un poco más nervioso para controlarlo antes de salir al paseíllo. Por si se da alguna baja, todos los años vienen entre 15 y 20 caballos y dentro de la Plaza durante la corrida, esperan ocho caballos en caso de tener que hacer un cambio de última hora.
Una parte bonita que resalta Zabalza de estar en la Plaza como mulillero es que al estar en la fiesta, están en medio del ambiente. “Nosotros vemos los toros en una zona privilegiada, no solo por estar en el burladero, sino porque estamos en todo el meollo. Vemos a los toreros cara a cara y todos los problemas que tienen antes y durante la corrida. Ves cómo sufren estas personas cuando salen a la arena porque se van a jugar la vida. También vemos la cornada en el momento que pasa y cuando salen malheridos”, explica.
A la hora de recoger al toro, dos mulilleros son los encargados de engancharlo a las mulillas mientras los demás las sujetan, “como les des un poco de margen, te comen. No te puedes descuidar porque son caballos que también tienen sus miedos ya que han picado alguna vez”, comenta Zabalza. Los mulilleros tienen que intentar que no haya percances al sacar las mulillas a la Plaza, “es fácil porque los caballos no salen los tres a la vez, sale uno un poco más adelantado y hay que hacer correcciones dependiendo de cada caballo.”
Hace unos años ya tuvieron un percance en la Plaza de Toros de Pamplona. Sin embargo, por muy preparados que estén los mulilleros, no pueden planear con antelación qué hacer si las mulillas se desbocan. “Si los caballos dicen que van para adelante, no los paras porque un caballo desbocado no se puede parar”, asegura Zabalza, recordando el mal trago que pasaron cuando las mulillas empezaron a correr sin parar alrededor de la Plaza a la hora de recoger un toro. Al fin y al cabo, son caballos de picar que tienen sus miedos y el olor a sangre no ayuda. “Tuvimos suerte que las paramos cogiendo de un ramal y poco a poco conseguimos pararlas del todo pero el problema es que cuando estaban dando vueltas, podía reventarse de cansancio algún animal”, explica el mulillero. Sin embargo, un problema de tal calibre tuvo un reconocimiento espectacular por parte del público, quien después del susto, empezó a aplaudir y se creó una ovación que emocionó a todos los mulilleros.
Hablando de momentos inolvidables, Zabalza asegura que “para el pamplonés es una cosa muy bonita cuando naces y todos los años te van sacando una fotografía encima de las mulillas. Ahí podemos ver nosotros también cómo van pasando los años en las personas y cómo se hacen mayores.” No solo durante las fotografías, los mulilleros conocen mucha gente extranjera que pregunta si las mulillas son mulas o caballos y durante el recorrido hay “chavales que conocemos desde hace 15 años y suelen acompañarnos todos los días ya que es su ilusión”, comenta.
Una de las funciones de los mulilleros que poca gente valora y es clave durante todas las fiestas es que no haya heridos entre los espectadores. Zabalza asegura que ha habido mulilleros malheridos pero lo importante para ellos es mantener la seguridad en la calle cada año. Si esto se cumple y los caballos están bien, los mulilleros pueden disfrutar tranquilos de la fiesta.
Texto e imágenes: Carmen Gómez Iñigo