Siempre nos quedará San Fermín…

El cine, incluso el más inverosímil de ciencia ficción, siempre cuenta historias del mundo que nos rodea, de aquellas cosas que nos pasan, ya sean sencillas o extraordinarias.

Por eso, el cine no ha podido dejar a un lado una historia como la que se vive durante las fiestas de San Fermín. Tal vez por eso, porque estas fiestas eran ya importantes a comienzos del siglo pasado, o porque veían su futuro valor, el caso es que: “el día 8 de julio (1902), tiene lugar en Pamplona la primera sesión pública de cine”, según recoge Alberto Cañada, director de la Filmoteca de Navarra, en su libro Llegada e implantación del cinematógrafo en Navarra

Bien es cierto que las primeras imágenes que vio el público pamplonés no fueron las de sus fiestas, sino las de la ciudad del Vaticano. Nunca hay que subestimar el valor moralizante del cine…

Pero este momento es importante, no sólo porque las primeras proyecciones se efectúan durante las fiestas de San Fermín, sino porque además, pocos días después, el 14 de julio concretamente, se proyectó una vista “tomada en la calle Mayor en el momento de pasar la Procesión con motivo de la festividad de San Fermín”. (Eco de Navarra, 15-07-1902, recogido por Cañada en el libro citado).

Evidentemente, no es una película sobre las fiestas, ni siquiera una película donde aparezca una secuencia de las fiestas, pero es curioso, y revelador, que en lo concerniente al cine, su primer momento en nuestra ciudad girara en torno a los sanfermines.

La primera vez que en una película aparece una secuencia de las fiestas (al menos la primera vez documentada), es en Currito de la Cruz de 1925, del director Alejandro Pérez Lugín. Una película muda que cuenta la historia de un hospiciano que, con gran esfuerzo, como debe ser, consigue la gloria en el mundo del toreo (la Maestranza y toda Sevilla son el marco perfecto). Gloria que va desde Pamplona “la del singular y valeroso encierro”, hasta Aracena.

Encierro de 1925

En ese momento en el que aparece citada la ciudad, comienza una breve secuencia de nuestro encierro. Verlo ahora, 97 años después, tiene un valor documental y sentimental muy profundo. Se ven perfectamente los toros, sin agobios de corredores, con unos vallados a lo largo de la carrera vacíos, mientras de fondo suena el vals de Astrain.

Vemos además la llegada a la Plaza de Toros, que no ha cambiado nada en 97 años… los mozos esperando, saltando, algunos “llamando la atención” más que estar atentos a lo que se les viene encima. Y los toros llegan, hacen algún amago a algún mozo y a toriles, donde deben estar. Lo mejor, posiblemente la vestimenta de los mozos: trajes oscuros, chalecos, sombreros o boinas y, algunos, batas de esas que “los de sol” suelen llevar. Será por tradiciones…

Currito de la Cruz: Encierro 1:54:18

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