Los Miura son mucho Miura, en peso, altura y tradición. Pero las cornadas las suelen dejar para otras castas. Habitualmente nobles, hoy no ha sido una excepción. Ni un amago por los mozos. La cabeza alta y el paso acelerado. Y precisamente de ese paso raudo es de donde han surgido los trece trasladados al Complejo Hospitalario de Navarra. Apenas dos minutos 10 segundos ha durado la última carrera de San Fermín. La más rápida de las fiestas. De ahí que muchos mozos se vieran arrollados por unos astados que superaban, salvo dos, los 600 kilos.
Los toros iban a la cabeza ya desde Santo Domingo y ganaban posiciones mientras los cabestros quedaban atrás. Tras la curva de Mercaderes, un astado se ha llevado por delante a un mozo, al que ha ganado por velocidad. Era sólo el comienzo. Algo similar ha ocurrido al final de Estafeta, cuando un cuerno ha ‘afeitado’ la cara de otro mozo.
Sin embargo, el mayor susto se ha producido en la bajada al callejón. Los toros, embalados por la carrera, se han ido abriendo hacia la derecha, bien pegados al vallado, justo en el lugar donde más mozos había apostados, o arremolinados, intentando esquivar la manada. Parecía que podía haber cornadas. Pero no. Sí un varetazo en la espalda y muchos golpes. Un Miura ha enganchado a un mozo del bolsillo del pantalón y lo ha volteado, hasta caer, primero sobre los lomos del animal, y después al suelo. La caída le ha llevado al hospital, con traumatismo. No ha sido el único. Otro mozo, en el mismo punto, se ha golpeado la cabeza contra el vallado, abriéndose el cuero cabelludo. Uno más se ha fracturado el húmero y se ha registrado, entre otros, un traumatismo maxilofacial.
En total, han sido trece los trasladados, todos ellos con traumatismos. Los Miura han puesto punto y final a unos Sanfermines en los que ha habido siete heridos por asta de toro, de los que sólo dos permanecen ingresados a día de hoy.
Los astados sevillanos, que llevan más de 60 años acudiendo a Pamplona, serán lidiados esta tarde por los diestros Rafaelillo, Javier Castaño y Rubén Pinar. Y así se despedirá una ganadería con solera y arraigo en las fiestas pamplonesas, hasta el próximo año. No serán los únicos que se despiden. También los pastores Miguel Aráiz (Rastrojo) y Vicente Martínez (Chichipán) han colgado hoy la vara. No la retomarán el próximo 7 de julio. Ya no. Quieren dar el relevo a nuevas generaciones. Después de más de 30 años poniendo orden en el recorrido del encierro, el año que viene verán los toros desde la barrera.